La industria de viajes y hospitalidad en América Latina está experimentando una transformación profunda. Lo que comenzó como una respuesta temporal a las restricciones de la pandemia se ha consolidado como una tendencia estructural: el viaje local y doméstico es ahora una fuerza definitoria, que está remodelando las expectativas de los viajeros y las estrategias que las marcas deben adoptar para captar y retener la demanda. Para los líderes del sector, esto representa tanto un reto como una oportunidad, que exige un enfoque digital y centrado en el cliente para asegurar la resiliencia y el crecimiento futuro.
Con el cierre de fronteras internacionales y la incertidumbre persistente, los viajeros latinoamericanos han optado por explorar destinos dentro de sus propios países. En mercados como México, Brasil y Colombia, el turismo interno ha superado los niveles previos a la pandemia, impulsado por la búsqueda de seguridad, flexibilidad y nuevas experiencias cercanas. Las políticas gubernamentales han jugado un papel clave, redirigiendo el gasto internacional hacia las economías locales y fomentando el desarrollo de destinos emergentes. Además, el auge del trabajo remoto y las políticas de “workation” han difuminado las líneas entre viajes de negocios y placer, creando nuevos segmentos de viajeros y oportunidades para las marcas.
El viajero local latinoamericano es cada vez más digital y espera experiencias sin fricciones en cada etapa del viaje. La salud y la seguridad siguen siendo prioritarias, pero la flexibilidad —modificaciones, cancelaciones y reembolsos sencillos— es ahora un requisito básico. La sensibilidad al precio es alta, y los viajeros buscan ofertas personalizadas, experiencias locales integradas y acceso a información en tiempo real a través de canales digitales. Si bien la conveniencia y la transparencia son universales, existen diferencias generacionales y regionales: los jóvenes prefieren la autogestión digital, mientras que los viajeros mayores valoran la interacción humana y pueden requerir soporte adicional.
Para capitalizar el auge del turismo doméstico, las marcas deben repensar sus estrategias digitales a lo largo de todo el recorrido del cliente. Estas son las claves:
El uso de datos de primera y tercera parte es esencial para comprender los nuevos segmentos de viajeros y ofrecer experiencias hiperpersonalizadas. Las plataformas modernas de datos de clientes (CDP) permiten consolidar información de múltiples fuentes, construir perfiles ricos y activar ofertas personalizadas en tiempo real. Por ejemplo, una cadena hotelera puede identificar huéspedes que antes viajaban por negocios y ahora buscan escapadas de fin de semana, adaptando sus propuestas a estas nuevas motivaciones.
La pandemia aceleró la adopción de tecnologías sin contacto: check-in y check-out móvil, llaves digitales, pagos electrónicos y kioscos inteligentes. Estas soluciones no solo mejoran la seguridad, sino que también agilizan la experiencia del huésped y liberan al personal para interacciones de mayor valor. Las propiedades independientes pueden asociarse con proveedores tecnológicos para implementar rápidamente estos servicios sin grandes inversiones.
La volatilidad de las regulaciones locales y el sentimiento del viajero exigen mayor agilidad operativa. Adoptar una mentalidad de startup —equipos pequeños, multidisciplinarios y plataformas en la nube— permite experimentar y mejorar continuamente. Soluciones como aceleradores de comercio digital facilitan el lanzamiento rápido de plataformas de ventas, la integración de nuevos socios y la adaptación de servicios a la demanda cambiante.
El viajero doméstico busca experiencias auténticas y locales. Las marcas pueden diferenciarse curando y promoviendo actividades que vayan más allá de la estadía tradicional, como alianzas con negocios locales, acceso exclusivo a atracciones o paquetes integrados de alojamiento, gastronomía y experiencias. La comunicación directa a través de apps, sitios web y mensajería fortalece la relación, reduce la dependencia de terceros y enriquece los datos de primera parte.
Los programas tradicionales, enfocados en viajeros frecuentes de negocios, deben evolucionar para atraer y retener a los nuevos viajeros de ocio, que viajan menos pero esperan más valor y flexibilidad. Permitir el canje de puntos por experiencias locales, alquileres vacacionales o paquetes de bienestar, y crear beneficios escalonados que premien la interacción y el gasto en todo el ecosistema de la marca, puede impulsar la lealtad y las visitas repetidas.
El auge del viaje local y doméstico en América Latina no es una tendencia pasajera, sino un catalizador para la transformación a largo plazo. Las marcas que adopten estrategias digitales y centradas en el cliente estarán mejor posicionadas para captar la nueva demanda, construir operaciones resilientes y fomentar la lealtad duradera. En un entorno incierto, la capacidad de adaptarse rápidamente, aprovechar los datos de manera inteligente y ofrecer experiencias personalizadas será el factor diferenciador para el éxito futuro.
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