En toda América Latina, el sector salud enfrenta desafíos históricos: sistemas fragmentados, brechas de acceso, disparidades en resultados y una presión creciente por parte de pacientes que esperan experiencias digitales tan fluidas como las que reciben en banca, retail o viajes. Sin embargo, la región también está en una posición única para aprovechar la revolución de las plataformas digitales y transformar radicalmente la atención médica, impulsando la equidad, la eficiencia y la personalización.
La explosión de datos de salud —desde historias clínicas electrónicas (HCE) y dispositivos wearables hasta genómica y monitoreo remoto— ofrece oportunidades sin precedentes para mejorar la atención, reducir costos y acelerar la innovación. Pero gran parte de este potencial sigue sin aprovecharse debido a sistemas heredados, silos de información y plataformas que no fueron diseñadas para la interoperabilidad ni para poner al paciente en el centro.
En América Latina, donde la fragmentación de sistemas y la diversidad regulatoria son la norma, adoptar una mentalidad de plataforma es más que una tendencia: es una necesidad estratégica. Las plataformas interoperables permiten conectar clínicas rurales con hospitales urbanos, integrar farmacias y servicios sociales, y ofrecer experiencias digitales que trascienden las barreras geográficas y socioeconómicas.
La interoperabilidad es el corazón de la transformación digital en salud. En países como México, Colombia y Argentina, la falta de estándares comunes y la coexistencia de sistemas públicos y privados dificultan el intercambio de datos. Sin embargo, la adopción de estándares internacionales como FHIR y HL7, junto con iniciativas de intercambio seguro de información, están sentando las bases para ecosistemas más conectados.
La interoperabilidad no solo facilita la coordinación clínica, sino que también habilita modelos de atención híbridos: telemedicina, monitoreo remoto y gestión de enfermedades crónicas a distancia. Esto es especialmente relevante en regiones rurales o comunidades indígenas, donde la distancia y la escasez de especialistas han sido históricamente barreras insalvables.
La verdadera transformación no se trata solo de digitalizar procesos existentes, sino de rediseñar la experiencia del paciente. Las plataformas modernas permiten:
La revolución digital en salud ya está en marcha en América Latina. Las organizaciones que adopten una mentalidad de plataforma, inviertan en interoperabilidad y pongan al paciente en el centro estarán mejor posicionadas para liderar el cambio. El camino es desafiante, pero los beneficios —mejores resultados, mayor acceso y un sistema verdaderamente centrado en las personas— están al alcance.
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