La industria de la tecnología de consumo en América Latina se encuentra en un punto de inflexión. El crecimiento acelerado de la demanda de dispositivos—desde smartphones y laptops hasta wearables y electrodomésticos inteligentes—ha traído consigo un aumento alarmante de residuos electrónicos (e-waste), que ya supera los 53 millones de toneladas métricas anuales a nivel global y se proyecta que alcance casi 75 millones para 2030. Este desafío no solo es ambiental, sino también una oportunidad estratégica para que las marcas adopten modelos de negocio circulares que prioricen la longevidad, la reutilización y la eficiencia de recursos.
Uno de los cambios más significativos es el modelo de "dispositivo como servicio" (Device-as-a-Service, DaaS). En lugar de vender dispositivos de manera tradicional, las empresas ofrecen sus productos bajo suscripción o leasing, incluyendo hardware, software y soporte continuo. Este enfoque incentiva a los fabricantes a diseñar productos más duraderos y actualizables, y permite una gestión eficiente del ciclo de vida, facilitando la recolección, reacondicionamiento y reciclaje responsable al final de su uso.
En mercados latinoamericanos como México, donde la penetración de dispositivos móviles es alta pero la infraestructura de reciclaje aún es incipiente, el DaaS puede ser una solución para reducir la obsolescencia y fomentar la economía circular. Además, este modelo abre nuevas fuentes de ingresos recurrentes para los fabricantes y proveedores de servicios, al tiempo que reduce el impacto ambiental asociado con el reemplazo frecuente de dispositivos.
Extender la vida útil de los productos es fundamental para la circularidad. Los programas de reacondicionamiento, donde los dispositivos usados se recolectan, restauran y revenden, están ganando terreno en la región. Iniciativas como Smartphones4Good demuestran el potencial de recolectar teléfonos en desuso, borrar datos de manera segura y redistribuirlos a emprendedores o comunidades con acceso limitado a la tecnología, promoviendo tanto la inclusión digital como la reducción de residuos.
El upcycling, o reutilización creativa, va un paso más allá al transformar dispositivos en soluciones para nuevos usos, como sensores inteligentes para el hogar o herramientas educativas. Estas prácticas no solo disminuyen el volumen de desechos, sino que también generan valor social y económico en contextos donde el acceso a tecnología de última generación puede ser limitado por el costo.
El mercado de dispositivos "pre-loved" o de segunda mano está creciendo rápidamente en América Latina, impulsado por consumidores cada vez más conscientes del impacto ambiental y por la necesidad de opciones más asequibles. Las marcas pueden capitalizar esta tendencia lanzando sus propios programas de reacondicionamiento certificado o colaborando con marketplaces especializados, garantizando calidad y soporte posventa.
Cada reventa no solo genera ingresos adicionales, sino que también fortalece la relación con el cliente y la lealtad a la marca. Además, al mantener los dispositivos en uso por más tiempo, se reduce la presión sobre los recursos naturales y se contribuye a la reducción de emisiones asociadas a la fabricación de nuevos productos.
La transformación digital es clave para escalar modelos circulares de manera rentable. Plataformas avanzadas de datos, analítica y experiencias integradas permiten a las marcas rastrear dispositivos a lo largo de su ciclo de vida, personalizar ofertas y optimizar la logística inversa. En América Latina, donde la digitalización avanza rápidamente, estas capacidades pueden facilitar la participación del consumidor en programas de devolución, trade-in y reciclaje, reduciendo fricciones y aumentando el compromiso.
La transparencia es fundamental: ofrecer información clara sobre el impacto ambiental de los productos, etiquetas ecológicas y reportes de sostenibilidad ayuda a construir confianza y a combatir el escepticismo sobre el "greenwashing".
Los modelos circulares abordan directamente los principales objetivos de sostenibilidad del sector tecnológico: reducción de emisiones, minimización de residuos y aumento del uso de materiales reciclados. Además, responden a las expectativas de los consumidores latinoamericanos, que muestran un interés creciente en devolver tecnología obsoleta para su reciclaje y en adquirir productos reacondicionados.
Para las marcas, los beneficios van más allá de la reputación. La circularidad genera nuevas fuentes de ingresos a través de suscripciones, reventas y servicios complementarios, al tiempo que reduce la exposición a la volatilidad de los costos de recursos y riesgos regulatorios. A medida que los materiales no reciclados se encarecen y las regulaciones se endurecen, estos modelos serán esenciales para la competitividad a largo plazo.
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