En América Latina, la transformación digital en la agricultura ya no es una promesa lejana, sino una necesidad urgente para enfrentar los desafíos de márgenes ajustados, volatilidad climática y presión sobre los recursos. Sin embargo, la verdadera medida del éxito digital no está en la tecnología en sí, sino en la adopción real por parte de los agricultores. ¿Cómo pueden las empresas agroindustriales latinoamericanas diseñar soluciones digitales que realmente sean adoptadas y generen valor? La respuesta está en poner al agricultor en el centro, especialmente a través de herramientas que minimizan el riesgo y optimizan la gestión fuera de la puerta de la finca.
Los agricultores de la región enfrentan riesgos diarios: desde la variabilidad climática hasta la inestabilidad de los precios y el acceso limitado a financiamiento. Cualquier tecnología que impacte directamente los pilares productivos—tierra, semilla, agua y mano de obra—es vista con cautela, ya que un error puede significar la pérdida de la cosecha o incluso la viabilidad del negocio. Por eso, la adopción de tecnologías avanzadas dentro de la finca, como herramientas de agricultura de precisión, sigue siendo baja en la región.
En cambio, las soluciones digitales que optimizan la gestión del negocio—pagos digitalizados, aplicaciones de registro y transparencia de datos—presentan mucho menos riesgo. Estas herramientas no exigen cambios en la forma de producir, sino que ayudan a los agricultores a administrar mejor su tiempo, recursos y relaciones comerciales. En países como México, Colombia y Argentina, donde la diversidad de productores es enorme, este enfoque es especialmente relevante.
Las empresas agroindustriales pueden generar un impacto significativo al ofrecer soluciones que resuelvan problemas reales fuera de la puerta de la finca. Ejemplos clave incluyen:
En América Latina, la heterogeneidad de los productores es la norma. Para diseñar soluciones relevantes, es fundamental segmentar por tamaño de finca, tipo de cultivo, nivel de digitalización y acceso a infraestructura. El desarrollo de personas de agricultor permite:
La transformación digital no es solo tecnológica, sino también humana. En la agroindustria latinoamericana, la resistencia puede venir tanto de los equipos internos (ventas, soporte) como de los propios agricultores. Para superarla:
Un ejemplo relevante en la región es el de plataformas digitales para subastas de ganado. Inicialmente, la información sobre la calidad del ganado era exclusiva de la empresa. Al abrir estos datos a los productores, se generó un círculo virtuoso: los ganaderos mejoraron sus prácticas y la empresa pudo ofrecer servicios más personalizados, aumentando la adopción y la lealtad.
La adopción digital en la agricultura latinoamericana depende de soluciones que respeten la realidad del productor: su aversión al riesgo, su necesidad de eficiencia y su preferencia por relaciones de confianza. Al centrar la innovación fuera de la puerta de la finca y construir experiencias digitales personalizadas, la agroindustria puede acelerar la transformación, mejorar la rentabilidad y fortalecer la resiliencia del sector.
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