La movilidad eléctrica está dejando de ser una promesa lejana para convertirse en una realidad tangible en América Latina. Sin embargo, el ritmo de adopción de vehículos eléctricos (VE) en la región enfrenta desafíos únicos: altos costos iniciales, infraestructura de carga insuficiente, y una experiencia de cliente fragmentada. En este contexto, las utilities —empresas de energía— tienen una oportunidad estratégica para liderar la transformación, acelerar la adopción y crear valor sostenible tanto para los consumidores como para el ecosistema energético.
El costo sigue siendo la principal barrera para la adopción de VEs en América Latina. No se trata solo del precio del vehículo, sino del costo total de propiedad: instalación de puntos de carga en el hogar, acceso a carga pública, tarifas eléctricas, seguros y valor residual. Aunque algunos países ofrecen incentivos fiscales o subsidios, estos suelen ser complejos de gestionar y no siempre están disponibles para todos los modelos o compradores. Hasta que el costo total de propiedad de un VE sea competitivo frente a los vehículos de combustión, la adopción masiva será lenta.
Las utilities pueden desempeñar un papel clave aquí, ofreciendo paquetes integrados que incluyan tarifas eléctricas preferenciales para carga de VEs, instalación de cargadores domésticos y acceso a redes de carga pública. Además, pueden desarrollar herramientas digitales que ayuden a los consumidores a entender el verdadero costo y los beneficios de cambiar a un VE, facilitando la toma de decisiones informadas.
La falta de infraestructura de carga es otro obstáculo importante. En países como México, Colombia o Argentina, la red de cargadores públicos es aún limitada y está concentrada en grandes ciudades. Esto genera ansiedad en los potenciales compradores, quienes temen quedarse sin energía en trayectos largos o fuera de zonas urbanas.
Las utilities pueden liderar la expansión de la infraestructura, colaborando con gobiernos, municipios y empresas privadas para instalar cargadores en puntos estratégicos: centros comerciales, estaciones de servicio, supermercados y corredores viales. Además, la integración de soluciones de carga inteligente —que optimicen el uso de la red y aprovechen tarifas dinámicas— puede reducir la presión sobre el sistema eléctrico y ofrecer ahorros a los usuarios.
El viaje del cliente de VE en América Latina suele ser complejo y fragmentado: investigar modelos, gestionar incentivos, instalar cargadores, contratar seguros y acceder a la carga pública requiere interactuar con múltiples actores y plataformas. Aquí, las utilities pueden diferenciarse integrando servicios en aplicaciones móviles que permitan:
La clave está en romper los silos de datos y ofrecer una experiencia omnicanal, donde la información fluya entre el vehículo, el hogar y la red pública de manera transparente y segura.
La electrificación del transporte abre la puerta a modelos de negocio innovadores. Las utilities pueden:
La colaboración con fabricantes de vehículos, aseguradoras, comercios y gobiernos será esencial para crear propuestas de valor integradas y atractivas para el consumidor latinoamericano.
El consumidor latinoamericano es cada vez más consciente del impacto ambiental de sus decisiones. Las utilities que ofrezcan energía renovable para la carga de VEs, transparencia en la huella de carbono y herramientas digitales para monitorear el consumo sostenible, ganarán la confianza y lealtad de los usuarios.
La revolución de los vehículos eléctricos en América Latina requiere visión, inversión y colaboración. Las utilities que actúen ahora —invirtiendo en infraestructura, digitalización y modelos de negocio centrados en el cliente— no solo acelerarán la adopción de VEs, sino que se posicionarán como líderes en la nueva era de la movilidad sostenible. El momento de transformar la experiencia del cliente y el ecosistema energético es ahora.
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