En América Latina, la transformación digital avanza a pasos agigantados, impulsando la competitividad y la innovación en sectores clave como servicios financieros, retail, energía y sector público. Sin embargo, este progreso tecnológico trae consigo una responsabilidad ineludible: garantizar que el desarrollo digital se construya sobre bases éticas, respetando los derechos humanos y combatiendo cualquier forma de esclavitud moderna o explotación laboral en la cadena de suministro.
A diferencia de los sectores tradicionales, la consultoría y la transformación digital en América Latina enfrentan riesgos particulares. La dependencia de proveedores globales de tecnología, la subcontratación de servicios profesionales y el uso de mano de obra temporal o remota pueden generar vulnerabilidades. Países como México, Colombia y Perú, con ecosistemas tecnológicos en rápido crecimiento, presentan desafíos regulatorios y laborales diversos, donde la vigilancia y la debida diligencia son esenciales para evitar la explotación y el trabajo forzado.
Un enfoque responsable exige que todos los proveedores y socios cumplan con estándares claros y no negociables:
La debida diligencia es clave en la región. Se recomienda:
El capital humano es la primera línea de defensa contra la esclavitud moderna. La formación continua en temas de derechos humanos, identificación de riesgos y procedimientos de denuncia es fundamental. Las políticas anti-esclavitud y anti-trata deben estar integradas en los manuales de empleados y comunicarse desde el proceso de inducción.
La publicación anual de declaraciones de esclavitud moderna y derechos humanos es una práctica recomendada, brindando transparencia sobre los avances y desafíos. Estas declaraciones deben detallar los procesos de evaluación de riesgos, la gestión de proveedores y las acciones de mejora continua, alineándose con los marcos internacionales y las mejores prácticas globales.
La transformación digital en América Latina debe ser sinónimo de progreso justo y responsable. Adoptar estándares éticos robustos no solo mitiga riesgos operativos y reputacionales, sino que fortalece la confianza de clientes, inversionistas y comunidades. Las empresas que lideran con integridad y transparencia contribuyen a un ecosistema digital más resiliente, innovador y humano.
A medida que la digitalización se acelera en la región, la responsabilidad de proteger los derechos humanos se vuelve aún más urgente. Invitamos a ejecutivos, líderes de compras y socios de negocio a sumarse a la construcción de cadenas de suministro éticas y libres de explotación. Juntos, podemos forjar un futuro digital latinoamericano que sea innovador, justo y verdaderamente sostenible.