En América Latina, la banca comercial se encuentra en un punto de inflexión. La presión competitiva de los bancos digitales y la evolución de las expectativas de los clientes están obligando a las instituciones tradicionales a repensar sus modelos de negocio. Ya no basta con ofrecer productos bancarios; el reto es convertirse en verdaderos solucionadores de problemas para empresas de todos los tamaños, desde pymes hasta grandes corporativos. Este cambio es especialmente relevante en mercados como México, donde la diversidad de clientes, la regulación y la digitalización acelerada plantean desafíos y oportunidades únicas.
La experiencia del cliente y la agilidad operativa se han convertido en los pilares de la transformación digital en la banca comercial latinoamericana. Sin embargo, muchas instituciones aún no alcanzan el nivel de excelencia necesario para competir con los nuevos actores digitales. Según estudios recientes, el 75% de los ejecutivos bancarios reconocen que deben hacer más para atraer a clientes digitales, y el 58% admite que su organización no invierte lo suficiente en innovación digital para mantenerse al ritmo de los bancos digitales.
En México, la llegada de fintechs y neobancos ha elevado el estándar de lo que significa una experiencia bancaria moderna: procesos ágiles, personalización, omnicanalidad y acceso a servicios más allá de los productos financieros tradicionales. Los bancos que no evolucionen corren el riesgo de perder relevancia y cuota de mercado.
Históricamente, la banca comercial en la región ha estado estructurada en torno a productos y silos operativos. Esto genera experiencias fragmentadas, procesos de onboarding lentos y dificultades para ofrecer soluciones integrales a los clientes. El reto es migrar hacia un modelo centrado en el cliente, donde la interacción se base en las necesidades reales de las empresas y no en la venta de productos aislados.
En la práctica, esto implica:
Uno de los principales obstáculos en México y la región es la dependencia de sistemas legados y arquitecturas monolíticas. Esto dificulta la integración de datos, la automatización de procesos y la adopción de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial o la analítica avanzada. Además, los modelos de financiamiento y gobernanza tradicionales limitan la capacidad de los bancos para pivotar rápidamente y priorizar iniciativas de alto impacto.
La solución pasa por adoptar arquitecturas coreless basadas en la nube, que permitan desacoplar los datos de los sistemas de producto y canal, facilitando la innovación y la integración con socios del ecosistema fintech. Asimismo, es clave evolucionar hacia modelos de financiamiento flexibles, con presupuestos orientados a resultados y capacidad de ajuste ágil ante cambios del mercado.
La calidad y accesibilidad de los datos es el cimiento de la transformación digital. Los bancos mexicanos que logren consolidar una visión 360° del cliente, alimentada por fuentes internas y externas, estarán en posición de aprovechar la inteligencia artificial para personalizar ofertas, automatizar procesos y anticipar riesgos. La IA, aplicada de forma responsable y ética, puede ser el diferenciador clave para ofrecer experiencias hiperpersonalizadas y mejorar la eficiencia operativa.
La transformación digital en la banca comercial latinoamericana, y particularmente en México, exige un cambio profundo de mentalidad y capacidades. No se trata solo de digitalizar procesos, sino de reinventar la propuesta de valor y la forma en que los bancos se relacionan con sus clientes empresariales. Aquellas instituciones que logren combinar tecnología, datos, agilidad y un enfoque genuinamente centrado en el cliente estarán mejor posicionadas para liderar el futuro de la banca en la región.
¿Está su banco listo para dar el salto de la venta a la solución? El momento de actuar es ahora.